Y todos, sin excepción, eran bastante parecidos: humanoides verdes, a veces con orejas puntiagudas o cinco dedos, que por lo general, daban más risa que miedo.
Hasta que fuimos al cine a ver Alien, el Octavo Pasajero, de Ridley Scott.
Tuve miedo de verdad; nunca, hasta ese día, había visto un extraterrestre tan vivo, tan orgánico y tan aterrador.
Obviamente, no fui la única.
Alien pasó a la historia de la pantalla grande debido, en gran parte, al extraordinario talento del ilustrador que había detrás de todo el oscurísimo universo visual a donde nos conducía la película: Hans Ruedi Giger (Suiza, 1940-2014), muerto ayer al caer de una escalera, a los 74 años.
De Giger se puede decir muchas cosas, como que tenía obsesión por las armas y por el sexo (hay un buenísimo artículo aquí, por si quieren saber más sobre su vida).
Posiblemente fue una persona que cargó con muchas pesadillas, quién sabe.
Pero, por suerte para nosotros, las transformó en arte.
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