Desde el 19 de abril hasta el 16 de junio, el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago exhibe la muestra "Loro Coirón: Una manera de emigrar".
Thierry Defert, más conocido como Loro Coirón, nació en Senegal y estudió Artes Gráficas en París.
Sin embargo, su vida dio un giro inesperado cuando, a la espera del barco que lo llevaría de regreso a Europa en 1995, y después de quince días de caminatas por el puerto chileno de Valparaíso, sintió la magia de la ciudad porteña.
Una vez llegado a Francia, realizó su primer grabado mural impreso y se lo envió por correo al dueño de una librería del puerto, del que se había hecho amigo.
Como canta el famoso vals de Valparaíso:
"Pero este puerto amarra como el hambre,
no se puede vivir sin conocerlo,
no se puede vivir sin que nos falte
la brea, el viento sur, los volantines".
Y a Loro Coirón, el puerto lo amarró.
Volvió a Chile ese mismo año y se estableció con un taller en el Cerro Cordillera.
Desde entonces, se ha convertido en el verdadero cronista del alma de Valparaíso; no la de la ciudad declarada "Patrimonio de la Humanidad", si no la otra, la verdadera, la que tiene dificultades y es sufrida, la que tiene personajes y perros callejeros y noches, muchas noches.
Hace 15 años que este francés no cesa de grabar su proyecto más ambicioso: un mural de 300 metros de largo por 4 de alto que "nació simplemente del deseo de decir gracias a un pueblo costero, marino, por su sentido de acogida y originalidad. (...) Este lugar, privilegiado, precioso, abrazando al puerto y donde cada uno es indispensable, ¡como en una familia!".
Según su último cálculo de probabilidades, debería terminar los 1.200 metros cuadrados que le faltan “un día de un mes a los 127 años, hacia las 17 horas”.