Amigos: he estado una semana en silencio.
El lunes fue un día inolvidable, porque viajé -sin muchos preparativos- a Santiago para conocer y asistir a la charla que iba a dar Miguel Gallardo, en su paso por nuestro país.
La charla no sólo fue estupenda (él tiene tanto que contar y enseñar!), si no que tuve la inmensa suerte de conocer personalmente al ilustrador chileno Pepe Palomo, a quien admiro muchísimo y también de ser invitada por la ilustradora chilena Paloma Valdivia (encantadora) a comer algo después de la charla, junto al propio Miguel Gallardo, y a la ilustradora chilena Raquel Echeñique (también encantadora).
Venía de regreso en el bus, pensando en lo mucho que tendría para contarles y en lo feliz que estaba, cuando recibí la noticia de la partida temprana e inesperada de un gran amigo.
Me he tardado días en reaccionar, días en volver a tener la energía de sentarme al computador y escribir algo coherente.
Voy a volver, se los prometo; estoy volviendo.
Con la misma alegría y con el mismo cariño y entusiasmo; en honor a él y a lo mucho que nos entregó, a todos los que tuvimos la suerte de compartir un pedacito de su vida.
Sólo estoy esperando que el tiempo haga su trabajo, y que me ayude a transformar este dolor en algo mejor.
Lo siento, Joanna. Esos golpes que interrumpen la alegría más confiada son como dianas traicioneras, pero existen en algún lugar otras dianas amorosas como el algodón que saben llenar los huecos que produjeron las otras. Y dan sentido a lo insustituible porque, de alguna manera, lo transforman, y entonces nos damos cuenta de que quien creímos que se había ido no lo hizo del todo.
ResponderEliminarUn abrazo muy grade, querida amiga!
Mª José