Y es que cuando él mira los objetos, inmediatamente les da alma.
Ya nada es igual; ni una piedra es una piedra, ni un pedazo de madera sigue siendo un pedazo de madera. Isidro Ferrer juega con los objetos con poesía y con humor.
Me declaro una fan incondicional y aún tengo pesadillas recordando que estuvo tan cerca, en Buenos Aires, dando un curso de ilustración, hace poco, y que me lo perdí.
En fin... Que no se pierdan las esperanzas!
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