Una vez, hace muchos años, fui a comprarle a mi marido una funda de guitarra de regalo de aniversario.
No tenía suficiente para comprarle la guitarra, propiamente tal (eso iba a demorar algunos años más!), y al saberlo, el
luthier de la tienda me dijo, aquella vez, que yo sí que empezaba una casa construyendo el tejado!
Si soy justa, también empecé este blog por el tejado; la primera entrada de todas maneras
tendría que haber estado dedicada al ilustrador que me cambió la vida.
Porque supongo que todos los que amamos la ilustración tenemos uno, no?
El mío se llamó
Harold Foster (Canadá, 1892-1982) y escribió el famosísimo comic del
"Príncipe Valiente".
Les puedo contar muchas infidencias: que lo descubrí al abrir unos libros viejos y empastados de mi papá (eran un tesoro de su infancia) y que fue, creo, una de las emociones más intensas de mi vida.
El enamoramiento de las batallas de
Valiente, su amor por
Aleta, sus hijos,
Arvak, sus viajes, sus amigos vikingos, etc., me duró años.
En realidad, aún no se termina.
Me acuerdo como si fuera hace dos días, que corrí donde mi papá y le dije que ya sabía lo que quería hacer cuando grande: quería dibujar comics.
Todavía guardo los viejos empastes (son mi tesoro heredado, ahora, y pasarán a mis hijas, pronto) y recuerdo de memoria casi cada línea de la historia, aunque hace años no la leo.
También, la carta que le escribí con admiración a
Harold Foster en un terrible inglés, con unos doce años de edad, y la vez en que mi papá llegó a buscarme a toda prisa porque había encontrado una pila de revistas viejas en una feria de las pulgas que completaba nuestra colección.
Sí: definitivamente hay ilustradores que nos cambian la vida!
El amor es ciego, así que perdónenme si les digo que, hasta el día de hoy, me atrevo a afirmar que nadie, nadie, nadie, ilustra el mar y los caballos como
Harold Foster!
Maestro.